Hay un momento en la vida en que todas las mujeres miramos atrás y pensamos: "¿Cómo rayos me atreví a hacer todo eso?" Y después de una pausa, sonreímos con orgullo. Muchos nos llaman locas, simplemente porque no entienden de dónde sacamos el valor para perseguir nuestros sueños.
La verdad es que se necesita un poquito de locura para cambiar nuestro mundo. Porque lo que no cambias, lo eliges.
Esa chispa que otros perciben como imprudencia o locura es, en realidad, nuestro superpoder. Si no crees firmemente en lo imposible, nunca le dedicarás el esfuerzo necesario para convertirlo en realidad. Esa convicción plena, esa fe que desafía todas las probabilidades, es lo que transforma las ideas descabelladas en experiencias verdaderamente transformadoras.
Piensa en esto: todo, absolutamente todo puede parecer imposible o una locura hasta que lo haces realidad. Y realmente nada es una locura ya que todo lo que haces, sin importar si el resultado es positivo o no, siempre te regala una lección de vida.
A mí me han llamado loca miles de veces, y no me molesta, porque prefiero ser una loca con vivencias propias a ser una cuerda que se sienta a esperar a que la vida le pase de largo.
Me han llamado loca cuando…
Decidí estudiar la carrera universitaria en Suiza, cuando en los años 80 muy pocas niñas mexicanas hacían algo así. Mientras todas mis amigas seguían el camino esperado por la sociedad, yo hice mis maletas y me lancé al otro lado del mundo. Sí, me llamaron loca, pero fue asi como aprendí que los sueños tienen un idioma propio, y lo hablas mejor cuando te atreves a vivirlos.
Después de mis estudios dejé un estupendo trabajo en mi país para volver a cruzar el Atlántico y mudarme a Alemania con mi novio (que ahora es mi ex-marido), sin un plan claro y apenas balbuceando el idioma. ¿Quién hace eso? Una loca enamorada y super curiosa que creía que en lo desconocido estaba la respuesta.
Me casé con ese guapo extranjero y me mudé a su país. La verdad es que ni siquiera sabía bien dónde estaba ese lugar en el mapa, pero para allá fui. Años después, cuando nos divorciamos, decidí quedarme porque mi hija era mi prioridad. Y aunque parecía una locura renunciar a regresar a mi país, ese amor maternal fue mi brújula.
Finalmente regresé a México para llevar a 40ymas.com al siguiente nivel y logré que una editorial publicara mi libro. Ahí me di cuenta de que ser loca también significa abrir puertas donde otros ven paredes.
Regresé al mundo corporativo con una empresa que me llevó de vuelta a Europa y después a Asia. Todo parecía perfecto hasta que, en medio de la pandemia, me quedé sin trabajo viviendo en Tailandia. Fue uno de esos momentos que te sacuden. Decidí no hundirme y pensé, "¿qué sigue ahora, loca?", y encontré un nuevo camino.
Reinventé mi carrera en mis 50s. Sin miedo entré a una industria completamente nueva y me volví a poner en el mapa laboral.
Decidí lanzar 50ymás, porque sé que esta comunidad de mujeres maravillosas tiene historias que contar, sueños por cumplir y locuras por hacer.
Si algo he aprendido en estos años es que las etiquetas que nos ponen como loca, soñadora de imposibles o imprudente no nos definen. Más bien, son el reflejo del miedo de otros frente a nuestra valentía y tenacidad.
Así que, amiga de 50ymás, si alguna vez te llaman loca, siéntete orgullosa. ¡Esa es la señal de que estás haciendo algo extraordinario!